De Melide a Arzua, paisaje de cuento.

martes, 7 de julio de 2015

     Mañana fresca, muy agradable para empezar a caminar, con los primeros paso abandono Melide, no sin antes escuchar un run-run que proviene de la iglesia ubicada a la salida de la localidad, en ese momento con gente en el exterior se está ofreciendo una misa. Algo mas adelante en San Martiño me paro en otra iglesia. Siempre la vi cerrada, hoy abierta, me hablaron en su dia de ella y me acerco. Hay un chaval, un voluntario, de esos que aman el camino, se conoce el ultimo rincón de la iglesia, disfruta hablando de ella, esta iglesia es única, si es cierto que es un lujo estar ahi y contemplarla, merece la pena, es uno de esos lugares que nunca te imaginas lo que tiene dentro, algún dia, como tema pendiente, habrá que volver y admirar con el tiempo que me pueda dedicar este voluntario, porque para esto como peregrino debo tener tiempo, no solo es andar por andar.



     Es aqui, en este momento donde los bosques se suceden con árboles impresionantes, robles, pinos, eucaliptos, helechos a ras de suelo, lugares donde quizás en el silencio oportuno podrás oir el susurro del viento o porque no a algun que otro duendecillo que pulule por ahi. Es también donde persiguiendo las flechas amarillas del camino empiezo a encontrarme a mi mismo, donde también entro en el túnel del tiempo transportandome a otras épocas, esperando en cualquier momento encontrarme algún peregrino o paisano del lugar de épocas diferentes.



     Subes y bajas por este tramo de ruta, un auténtico tobogán, salvando rios y arroyos, buscando alturas y otra vez vuelta a bajar, asi hasta encontrar el paraiso de Ribadiso, lugar distinto, sitio donde llegas costándote mucho esfuerzo en la bajada, pero necesario para descalzarte y meter los pies en el agua transparente, quedándote allí absorto, pensativo, casi sin habla, en un espacio excepcional de tranquilidad y pureza.




     Subo hacia Arzua, y cuando llego ¡no sé!, pero la noto apagada, no hay tanta alegria de peregrino, quizás lo vea de esta forma o ya voy teniendo ese síndrome peregrino al estar tan cercano a Santiago, aunque quiero llegar, también es mas cierto de que no quiero terminar.

Desde Arzúa, tierra del queso de Tetilla, Buen camino.

Jacinto Fuentes Mesa
Abuelo y peregrino

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